Si hay algo que tiene el demonio es que trabaja sin cesar, busca todas las maneras de hacernos caer en la tentación, utiliza todos los medios posibles para hacernos caer y alejarnos de la gracia de Dios. La Escritura menciona cuáles son los tres enemigos del alma (el demonio, el mundo y la carne), y hoy queremos recordarte cómo enfrentarlos.
Si Cristo, el hijo de Dios, Santo, el libre de toda culpa y pecado, que no tenía inclinaciones al pecado, fue acechado por el demonio… cuánto más nosotros los seres humanos que somos frágiles, débiles, inclinados naturalmente al mal por la herida del pecado original (Mt. 4, 1-11).
Es necesario descubrirlo, desenmascararlo, pues al encontrarse descubierto huye despavorido.
2. El mundo son los criterios relajados, costumbres corruptoras, ambientes pervertidos con sus atractivos, que tienen fuerza seductora. El mundo nos ofrece tantas alternativas muy atractivas que están fuera de la voluntad de Dios. Los vicios, las diversiones mal sanas, las amistades inadecuadas, estilos de vida licenciosos, celebraciones malvadas son platos que a la vista son deliciosos, pero que al probarlos son veneno para nuestras almas.
3. La carne con sus inclinaciones al pecado: el cuerpo busca la comodidad, la facilidad, la riqueza, el poder, las soluciones rápidas. Son nuestras debilidades puestas al servicio del mal y el pecado, es la gravedad que atrae hacia el mal. No nos referimos al cuerpo que es santo y templo vivo del Espíritu Santo, sino los deseos pecaminosos o concupiscencia de la carne.
¡Cuidado! Ante las tentaciones del demonio corremos un peligro terrible, pecar y volvernos amigos del mundo y enemigos de Dios. Cuando rechazamos su voluntad y nos adherimos a doctrinas esotéricas, horóscopos, celebraciones mundanas que rinden culto al mal y no al Dios de la vida, que nos ama y se entregó por nosotros, nos volvemos en su contra, peleamos contra él. Como dice la escritura el que no está con Él está contra Él (Mt 12,30). Además las supersticiones, las brujerías, los “males”, abren puertas al demonio y se cierran a Dios y a su gracia.
La única manera para salir victorioso de las seducciones del mal es permanecer en la gracia de Dios. Esto es por medio de una VIDA SACRAMENTAL ACTIVA, participando y buscando con necesidad los sacramentos, especialmente la CONFESIÓN y la SAGRADA COMUNIÓN. La Misericordia del Señor es infinita, si recurrimos a Cristo, Él no nos dejará desamparados, pues donde abundó el pecado sobreabundó la gracia (Romanos 5,20).
Además de vivir la gracia Sacramental es necesaria la Lectura de la Palabra de Dios y la Oración, pues estos medios son infalibles en la lucha contra las persecuciones del maligno pues como la escritura nos enseña “nos basta su gracia” (1ª Cor 7-9). Hagamos diariamente el salmo 141 para pedirle al señor no sucumbir ante las seducciones del mal.
Invoquemos diariamente la ayuda de nuestra Madre Santísima, ella venció los enemigos del alma y Dios puso enemistad entre Ella y el demonio. Si vamos con María, ganaremos la batalla, ya que el demonio no soporta ni escuchar su nombre. Invoquemos también a nuestro Ángel de la Guarda y a San Miguel Arcángel para que nos ayuden a vencer.
Escrito por: Lisseth Cruz Bonilla
4 Comments
Muy interesante esta pagina
Muchas grasias padre Sam
Estamos de acuerdo. Hay otro tipo de persecución, y es el alma, que no tiene vicios carnales, no está sujeta a ningún comentario, puesto que no quiere oír más que la Palabra de Dios, no es mundana en nada, puesto que no le gusta el mundo, y sólo quiero hacer la Voluntad de Dios. Ahí es cuando pasan cosas,… Gracias
Buenos días. Es primera vez que consulto la página web del Padre Sam y he leído un par de artículos, interesantes por cierto. Siempre estoy leyendo sitios católicos oficiales y la verdad me gustaría saber quién es: Lisseth Cruz Bonilla? Una cristiana como nosotros o tal vez una laica consagrada o religiosa o…? Eso le da peso a los documentos, saber quién los escribe y su conexión con la Iglesia Católica. Gracias!
Gracias me sirvio