A ustedes, gracias.
Este día les quiero hablar a ustedes. Sí, ustedes saben quiénes son. Es solo un pequeño mensaje que ha sido fruto de una reflexión. Si recuerdan, un día sin planearlo, nos conocimos, sin saber que Dios nos tenía planeado un caminar lleno de Amor. Realmente quiero aprovechar este momento, donde la vida se me hace difícil, para decirles dos cosas:
1- Gracias.
2- Los amo.
Gracias por existir. Gracias por caminar a mi lado. Gracias por decirle sí a Dios con sus vidas. Yo sé que no ha sido fácil en muchos momentos, pero… no tienen idea cuánto bien hacen con su Sí. Gracias por su entrega, por ofrecer su amistad sin reservas, por cada acto de amor que han tenido conmigo. Gracias por cada palabra de ánimo, por cada corrección, por cada risa compartida, lágrima sostenida, palabra de aliento, cruz, Dios. La vida se hace más fácil si se vive en comunidad y eso son ustedes para mí. Cada día, me llevan a Dios con sus testimonios, y eso, anima a mi alma a buscar a Dios.
Sí, gracias por llevarme a Dios. Porque no tiran la toalla, a pesar de la terquedad de mi ser. Gracias por vivir en la Iglesia, por no desistir en esta batalla que peleamos, por ser esos amigos del pasaje del Evangelio, que llevan a su amigo paralítico a los pies del Maestro. Eso son para mí.
Bien dice la Palabra que quien ha encontrado un amigo ha encontrado un tesoro. Y yo los he encontrado a ustedes, y a cada uno, en particularidad, cada uno es un tesoro para mí. Cada uno es edificante hasta con sus risas y chistes extraños.
En la fraternidad nace el amor. Bien dirá el Salmista: “¡Mira que es bueno y da gusto que los hermanos convivan juntos!” (Sal 132). Da gusto vivir el caminar hacia la eternidad con ustedes. Antes de conocerlos, no podía concebir que existiese un amor puro y hoy, doy testimonio de ello. El Amor puro existe, porque Jesús habita entre nosotros. Vivimos en su Sagrado Corazón. Sí, los amo y aunque el mundo nos tache de locos, bendita locura de la Cruz que nos enseñó a amar hasta el extremo. Gracias por amarme hasta los defectos, porque ese mismo amor les hace señalar mis fallas y animarme a mejorar. Gracias por ser el reflejo del Amor de Dios en mi vida.
Espero que hasta el día de hoy yo pueda ser reflejo de Dios en sus vidas. Espero ser la expresión de fraternidad en sus vidas. Gracias porque han causado en mi esa necesidad de amar a Dios para amarlos mejor, en santidad. ¡Quiero amarlos hasta que Dios nos permita!
En definitiva, en el camino vamos conociendo a diferentes personas, unas se quedan, otras se van… pero todas nos enseñan algo, por bueno o malo que sea. Algunas nos enseñan a conocernos, a identificar qué queremos en la vida, a perdonar y pedir perdón… Sin embargo, hay un tipo de personas que se distinguen entre todas. Esas personas que te enseñan tu valor, que parecen que son un verdadero ángel que Dios nos regala para ser felices, esas personas que te enseñan a amar y dejarte amar, tal cual eres. Son mejor conocidos como amigos, hermanos. Ustedes son verdaderos amigos y hermanos que Dios, en su infinito amor, me ha querido regalar. ¡Qué bendición es vivir a su lado!
Gracias, por tanto. Son lo máximo. Que Dios y la Virgen nos sigan bendiciendo y protegiendo. Por favor, sigamos siendo testigos del Amor en el mundo. Sigamos caminando juntos hacia el cielo. Los amo.
Escrito por: Karla Estrada Navarro